Evaluación sin notas: el auge de la guía de observación

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Como su propio nombre indica, con este método de evaluación la observación es la clave fundamental para analizar las respuestas que han dado los alumnos en una actividad, en diferentes semanas de trabajo, en una secuencia didáctica, durante una parte o todo el curso escolar. Así lo recoge en su dossier explicativo ‘Evaluar en el siglo XXI. Estrategias y técnicas de evaluación’ la docente Teresa Arjona, una de los principales referentes cuando se habla de Guía de Observación, que también destaca que el objetivo final no es en ningún caso indicar una calificación numérica, sino que lo verdaderamente importante se encuentra en el registro de las actitudes frente al aprendizaje de una materia. 

Por eso, centra la atención en aspectos específicos que resultan relevantes para la evaluación del docente, a la vez que promueve la objetividad, ya que permite observar diferentes aspectos de la dinámica en el interior del aula. Por otro lado, invita a observar aspectos y analizar las interacciones del grupo con los contenidos, los materiales y el propio docente, y a incluir indicadores o estándares con los que detectar avances e interferencias en el aprendizaje. 

Las guías de observación se pueden llevar a cabo en todas las materias y niveles educativos. Los elementos que debe incluir son los siguientes:

  • Grupo
  • Fecha de observación
  • Título o descripción de la actividad
  • Competencias a observar y a utilizar por el alumnado
  • Aprendizajes esperados
  • Aspectos a observar

Por ejemplo, si se quiere observar un actividad relacionada con el lenguaje escrito en la asignatura de Lengua en Primaria, Arjona indica que es posible analizar diferentes competencias relacionadas con la expresión correcta de las ideas que necesita comunicar y cómo las verbaliza en un texto escrito. Así, entre los aprendizajes esperados se encuentran si los estudiantes utilizan marcas gráficas o si explican adecuadamente qué dice su texto; mientras que en los aspectos a observar se puede tener en cuenta si lo escribieron solos o si pidieron ayuda, si acudieron a fuentes para escribirlo o si copiaron palabras u oraciones de algún lugar. 

Otro ejemplo también podría ser analizar diferentes tipos de texto e identificar para qué sirven: si son informativos, literarios o descriptivos. Con ellos los estudiantes conversan sobre el tipo de información que contienen. En este caso, el docente debe observar de qué forma interactúan los menores con los textos, qué referencias hacen al lenguaje escrito y de qué manera.

Sin duda, una herramienta más que permite a los docentes adaptarse a las nuevas demandas educativas.

Fuente: Educación 3.0

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